La política carballesa es un entorno en el que suceden fenómenos curiosos. Siempre conservando las formas y sin llegar a los extremos de otras latitudes, pero ciertamente hay cosas que resultarían difíciles de explicar fuera de nuestras fronteras. Por ejemplo, que bajo la calle Coruña exista un túnel sin entrada ni salida, que el gasto en dedicaciones exclusivas se triplique repentinamente, o que, con todo ello, en los plenos del Concello el asunto estrella que más tiempo y más debate provoca a los padres de la patria local sea: ¿los impuestos? No ¿El tráfico? No ¿Los aparcamientos? No ¿El urbanismo? No ¿El comercio? No. El tema que más está dando que hablar últimamente es el tipo de césped artificial que se pone en un campo de entrenamiento.

Tal y como informa A Nosa Costa, y se puede comprobar en BERTV, de nuevo han sido cuestiones técnicas relativas al tapete de un campo anexo al de As Eiroas las que han copado el debate municipal. Todo se debe a la circunstancia de que la concelleira de Terra Galega Sisa Méndez ha desarrollado parte de su actividad profesional en este terreno y contradice los criterios de los técnicos que asesoran al gobierno con respecto a lo que es más conveniente.

De esta profundísima discusión podemos sacar varias conclusiones. La primera es que la hipocresía del talante y el buen rollito de los Evencio boys & girls queda al descubierto cuando la propia Sisa denuncia que, a pesar de lo acordado en el último pleno, no se le invitó a formar parte del proceso. Y la segunda es que no es bueno que un concejal/a confunda un pleno con una tesis doctoral y pretenda dedicar todo un debate a exhibir sus conocimientos sobre un tema tan puntual, cuando hay muchísimas cuestiones mucho más importantes que la longitud y material de una hierba sintética. Ojalá el mismo empeño se ponga en temas como la seguridad ciudadana, el tráfico, los aparcamientos, las zonas verdes o la situación económica, que sí nos preocupan a la mayoría de ciudadanos. Porque de lo contrario todos nos quedamos con la sensación de que nuestros representantes viven en su propio mundo, y no en el nuestro.