Bitácora de noticias e opinións sobre a actualidade de Carballo

miércoles, julio 28, 2010

San Cristóbal


Carballo, tenemos un problema. En realidad tenemos bastantes, pero es ciertamente curioso que las dos protestas vecinales que han acontecido en el habitualmente tranquilo salón de plenos carballés tengan el mismo signo: barrios concretos de la capital de Bergantiños que se consideran marginados. Primero fue el barrio de la Lagoa, que en su día lució carteles como “A Lagoa, primeiro olvidada, agora expoliada” con motivo del plan de Vivenda de la Xunta del BNG. Y ahora son los vecinos del San Cristóbal y de la calle Fábrica quienes toman los asientos del concello para quejarse de las obras de la rotonda y del carril-bici, además de la falta de aparcamientos y del abandono de servicios básicos en que consideran está sumido su vecindario.

Y es que, en una ironía de la política, el sentimiento nacionalista parece estar saliéndole por la culata al alcalde nacionalista Ferrero: después de la pasión rojigualda del Mundial, resulta que en un pueblo que tradicionalmente ha adolecido de sentimiento identitario propio, sí ha crecido una fuerte identidad de barrio que pone de manifiesto que algunas zonas del núcleo se consideran discriminadas frente a otras, principalmente al centro de la localidad. En el caso del San Cristóbal, el PP ha sabido ocupar el espacio de la reivindicación, sobre todo por boca de su concejal Moncho Antelo, habitante del barrio, cuya intervención plenaria levantó, según se lea un medio u otro, sonoros o tímidos aplausos (sí, la intensidad del aplauso parece ser muy subjetiva, aunque unos sean más creíbles que otras).

Otros asuntos del pleno trataron sobre la super-anunciada y publicada ordenanza de tráfico, en la que finalmente las aportaciones de la oposición y la aceptación del gobierno dejaron la buena noticia del consenso, y el tercer traslado de puestos del mercado de abastos, donde empiezan a dejarse oír voces de protesta entre los concesionarios. Pero sin duda lo más destacado es esta creciente sensación de que una preocupante fractura social se está dando entre los barrios que forman lo que conocemos como Carballo. Barrios con características, con demandas y con problemas propios que el gobierno bipartido de Evencio Ferrero y José Antonio Viña no parecen ser capaces de atender, al tiempo que el orgullo de ser carballés no acaba de cuajar entre los muchos nuevos vecinos empadronados aquí. No deberían olvidar nuestros políticos que precisamente en la periferia es donde se está construyendo la ciudad del futuro, para bien y para mal.

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