¿Qué pasa con la Gran Vía?

Es la pregunta que se hacen muchos carballeses. Las obras de ampliación de las aceras y el lavado de cara de una de las principales calles de la localidad no han cumplido con las expectativas levantadas. Muy al contrario, ha sido el centro de las críticas de los ciudadanos desde antes de estar completamente terminadas.

Principalmente, han sido los más que evidentes defectos de ejecución del nuevo enlosado lo que ha enervado los ánimos de muchas personas que han padecido con sus propios tropiezos un pavimento en el que la regularidad brilla por su ausencia. Tanto es así que el propio concejal de obras, Lois Lamas, se vio obligado a salir al paso justificando que la obra no estaba terminada (pues faltaba la colocación del mobiliario) y que desde el Concello se obligaría a la empresa constructora a corregir los errores.

Desde entonces han pasado meses y nada se ha corregido. Sí que se ha colocado el referido mobiliario urbano, y es cierto que las nuevas farolas han contribuido a mejorar el aspecto de la calle en las horas nocturnas. Sin embargo, las opiniones que se pueden escuchar en la calle siguen sin ser precisamente favorables. Son muy pocas las personas que aciertan a entender por qué se permite colocar el mobiliario antes de que se levanten las baldosas “obstáculo”. Y además la picaresca carballesa ya ha bautizado los peculiares asientos, que se han colocado en algunos sobreanchos de las aceras, como los “bancos dos castigados”, porque parece que su ocupante ha sido condenado a mirar contra la pared como si estuviese en el colegio en sus años mozos.

En resumidas cuentas, la gestión de las obras de la Gran Vía carballesa ha distado bastante de ser excelente. Esperemos que este artículo pueda servir de algo y que próximamente se puedan corregir los defectos del modo que Carballo merece, aunque mucho nos tememos que la cirugía va a tener que ser muy profunda.