En el país de los ciegos…

…el tuerto es el rey. O también, no hay más ciego que el que no quiere ver. Cualquier de los dichos populares nos podrían servir para ilustrar la noticia que nos dejaba el fin de semana. Porque, dejando claro que siempre hablamos con el máximo respeto hacia las fuerzas del orden, muchas veces carentes de medios y respaldo, nos referimos al informe que cada año elabora la junta local de seguridad, y que se acaba de hacer público.

En medio de la preocupación ciudadana por la escalada de la delincuencia en Carballo y comarca, nuestros representantes de la ley y el orden se han reunido para hacer balance del 2009 y decirnos que nuestra ciudad es cada día más segura, pues los delitos no hacen sino disminuir. Todo ello apoyado con estadísticas relativas por ejemplo al número de accidentes de tráfico, situaciones de emergencia, o alcoholemias positivas. Únicamente el sargento de la Policía Local reconocía, dentro de la tranquilidad general, pequeños repuntes debidos al trapicheo de drogas en zonas marginales. Y punto pelota.

Menos mal que, por una vez, el alcalde Evencio Ferrero ejerció de “tuerto” y estuvo en su sitio para matizar los informes oficiales y reconocer, también por primera vez y desde aquí lo aplaudimos, que en la primera mitad del 2010 hemos sufrido un aumento de la delincuencia, sobre todo relacionado con los robos. Porque de lo contrario, el cabreo de muchos carballeses al leer la noticia podría ser de verdadero órdago.

Y ya puestos a encontrar explicación a los resultados del informe (cuyos datos no vamos a poner en duda), quizá deberíamos recordar un argumento utilizado por muchos carballeses: “para qué vas a llamar o a denunciar si no vale de nada”. Así, si la desesperación ha llegado a ese punto, y parece ser que ha llegado, si la gente deja de denunciar porque no vale de nada, podremos vernos en la paradoja ridícula de un municipio dominado por los maleantes, donde cada año el número de delitos denunciados disminuya, y nuestros representantes, ciegos a la realidad que les rodea, se limiten a leer unas estadísticas, sin salir a la calle y enterarse de cual es la verdadera realidad.