Este papel no es el mío

Es una idea que se ha empleado una y mil veces en el cine con distinta suerte: dos personas con vidas diferentes ven intercambiados sus cuerpos y sus mentes por arte de algún extraño hechizo. Le sucedía a Steve Martin en "Hay una chica en mi cuerpo", a Jamie Lee Curtis en "Ponte en mi lugar", a Rob Schneider en "Este cuerpo no es el mío", a Ellen Barkin en "Una rubia caída del cielo" o más recientemente a Nancho Novo en una teleserie española llamada "La Lola", casi siempre jugando con los tópicos sobre las edades y el sexo. De este modo, cada uno de los dos personajes se veía obligado a vivir en primera persona los sinsabores de ponerse en la piel de otro.

Viene esta introducción a cuento de una curiosa historia que estos días se está desarrollando en Carballo. Acostumbrados estamos ya a que debates que a priori todos podríamos considerar menores, tiendan a ocupar horas, y horas, y notas, y contranotas, y ruedas de prensa dentro del debate político. Ya en su día fue el tipo de hierba artificial a colocar en un campo de entrenamiento lo que centró varios plenos municipales. Y ahora es la calidad de cuatro, solamente cuatro, juegos infantiles colocados en un parque de Sofán lo que está causando una verdadera tormenta. Ciertamente, todos nosotros hemos pasado muchas horas de nuestra niñez jugando en "instalaciones" y "juegos infantiles" que distaban un mundo de cumplir con cualquier normativa de seguridad (entre otros motivos, porque tales normativas no existían) y pese a ello aquí estamos sanos y salvos. Y aunque todos estaremos de acuerdo en que las normas están para cumplirse y que la seguridad de los hijos es lo primero para unos padres, la que se ha organizado esta semana parece exceder toda lógica.

Sin embargo, lo más sorprendente, y la dirección en la que nosotros queremos encaminar nuestro comentario, es la manera en que unos y otros han ejercido sus papeles. La historia comienza con una breve nota de prensa en la que el PP denuncia que los juegos instalados en el parque del centro social de Sofán no cumplen las normas de calidad y que ello supone un agravio con respecto a otras instalaciones. El gobierno responde que sí cumple. El PP se reafirma en su postura citando una norma concreta. Hasta ahí nada extraño. Pero en la jornada de ayer, de pronto, se da la transformación de personalidades. Aparece en escena una empresa llamada Galopín, con sede en Cerceda, que al parecer ha sido la ejecutora de los juegos, pero a la que nadie se había referido, ejerciendo el papel del BNG: en una durísima nota de prensa que va más allá de las puntualizaciones técnicas, pone "a caldo" a los populares, a los que acusa de "infamias", "calumnias", lamenta que se haya en puesto en duda una profesionalidad acreditada, e incluso deja abierta la posibilidad de tomar medidas legales. En una segunda transmutación, es La Voz (Defensora) de la Gestión Excelente la que ejerce el papel conjunto de Galopín y el BNG, y en un amplísimo tratamiento de la noticia da por ciertas todas las afirmaciones de estos dos, hace un panegírico de la empresa cercedense, y carga igualmente contra el PP en su editorial, al que acusa de "tocar de oído". Con el terreno ya perfectamente allanado, es el propio BNG el que sí ejerce de BNG, y en una rueda de prensa vuelve a reafirmar los argumentos de sus dos imitadores acusando a la oposición de emplear el "calumnia que algo queda".

Después de todo este embrollo cualquiera diría que el PP ha metido la pata y el gobierno, con inestimables colaboraciones, ha visto la ocasión perfecta de hacérselo pagar caro. Pero atención que la película aún no terminado, porque para esta misma tarde el PP ha convocado una rueda de prensa en el lugar de los hechos, de modo que algo más faltará por añadir. Veremos si los populares no han transmutado también sus personalidades y ejercen de populares.