Se les rompió el amor

Se les rompió el amor de tanto usarlo… de tanto loco abrazo sin medida… se alimentaron el uno al otro por mucho tiempo… jamás pensaron nunca en el invierno, pero el invierno llega aunque no quieras… Qué sabias palabras de Rocío Jurado, aplicables al último choque político entre Manuel Andrade y Evencio Ferrero.

Todos recordamos todavía aquellos años de pasión en que los abrazos locos sin medida entre el “centrista” y el nacionalista llenaban las fotos de la prensa del ramo. Años en los que, a pesar de los desaires y las infidelidades de Andrade, Evencio seguía locamente enamorado: “Andrade es un extraordinario concejal de obras”, llegó a declarar. Pero una tarde gris del mes de mayo de 2007, Evencio sumó 9 concejales y descubrió que “la otra” (José Antonio Viña) era suficiente para proporcionarle la felicidad de la alcaldía. Y así se rompió el amor.

Sin embargo, como donde fuego siempre quedan brasas, Andrade siguió durante varios años intentando recuperar su amor perdido:




Fueron años en los que Terra Galega parecía más propiamente un partido del gobierno que de la oposición. Incluso Evencio llegó a hacerle algún que otro guiño de complicidad. Sin embargo, tras las elecciones autonómicas de este año, los dos protagonistas se tuvieron que sincerar:



En efecto, el otro amor callado de Viña había llenado plenamente a Evencio, y ya no había marcha atrás. Desde entonces los amantes apasionados se llevan como el perro y el gato:



Y este fin de semana hemos vivido una nueva vuelta de tuerca. Nunca antes habíamos escuchado al BNG renegar de sus cuatro años de relación con Andrade. Más bien todo lo contrario. Fueron los ataques de Andrade a la gestión de las obras del plan E los que desataron la ira nacionalista, y por boca de Luis Lamas, el propio Evencio afirmó que ahora las obras sí se planificaban, “no como antes”, cuando se hicieron cosas como “las aceras de la Gran Vía, o la ampliación de la Avenida de Bergantiños”. Acusaciones que no sólo sirven para desacreditar al líder de Terra Galega, sino también la propia gestión nacionalista, que en varias ocasiones ha presumido y defendido estas obras. Son las locuras del amor, que al igual que con los niños y los borrachos, sirven para que se diga la verdad.