Y en Navidad se armó el Belén

Más o menos lo esperábamos, pero las fechas de la noticia permiten toda clase de juegos de palabras: nos ha tocado el gordo, los reyes nos traen carbón… o este otro que recuerda una películas de los inolvidables Bud Spencer y Terence Hill que por estas fechas no falla en la parrilla de la TDT. En efecto, desde hoy Carballo ya no tiene Plan General de Urbanismo y vuelve a las normas subsidiarias de los años 80. Se consumó el ridículo más espantoso.

Y no es que queramos cargar las tintas contra este despropósito (entre otras cosas porque ya hemos hablado sobradamente de él), pero por mucho que tengamos un alcalde experto en el arte del escapismo, creemos que no hay excusa posible con la que explicar por qué un concello de más de 30.000 habitantes carece de plan de ordenación urbana a punto de entrar en el año 2012, y ni siquiera se atisba en el horizonte cuándo puede llegar a tenerlo.

Porque la primera de las culpas corresponde a aquella corporación que allá por el año 2003 corrió demasiado para aprobar el PXOM justo sobre la campana del cambio legislativo, y con ello cometió un defecto de forma. Pero es que a continuación, ya con el tripartito en el poder, comenzó un proceso de revisión del propio plan que jamás llegó a ningún puerto. Y fue en marzo de 2007 cuando una sentencia del TSXG anulaba el documento, de modo y manera que hace cuatro años y medio que el gobierno de don Evencio conocía la imperiosa necesidad de tramitar la revisión del plan, cosa que en aquel momento se daba como pan comido, y que tras todos estos años está en pañales, no ya tarde, sino directamente fuera de turno, no ya mal, sino directamente con el plan anulado, y no ya arrastro, sino directamente… pongan ustedes el calificativo que prefieran. Y no seríamos justos si no recordásemos también a aquellos carballeses que denunciaron el PXOM, no por preocupación por el futuro de su concello, sino para reclamar mayores aprovechamientos urbanísticos o para conseguirlos donde no los podía haber, obejtivos que no solo no han conseguido, sino que ahora verán seriamente cercenados o impedidos por muchos años.

Porque, llegados a un punto extremo donde conviene llamar al pan pan y al vino vino, lo que en el fondo subyace en todo este asunto es pura cobardía política. La cobardía y la doble moral de unos gobernantes a quienes siempre escuchamos hablar de ordenamiento racional, respeto medioambiental y legalidad (amén de criticar la especulación y el boom inmobiliario), pero que a la hora de la verdad se acojonan aterrorizados ante la pérdida de votos de unos cuantos propietarios afectados, y prefieren meter la cabeza en el agujero de las avestruces. Y así, por el miedo a soliviantar a algunos, ha resultado que todos, esos algunos y todos los demás, perdemos. Para que Carballo tenga nuevo plan solo hace falta una cosa: atreverse a tenerlo. Y Evencio Ferrero lleva 8 años demostrando que no se atreve.