Le ha costado, pero finalmente lo ha logrado. Un año más tarde de las últimas elecciones, el BNG cuenta por fin con mayoría absoluta en el consistorio carballés. Es más, de hecho cuenta con algo aún mejor que la mayoría absoluta.Y nos explicamos.
Desde que los comicios municipales deparasen un salón de plenos con José Antonio Viña como único representante socialista, bastante hemos escrito sobre el papel que este “PSOE” jugaría en la legislatura. Todo parecía indicar que, después de la debacle, no entraría a formar parte de un gobierno en coalición de 10+1 con el BNG, y así ha sido (por ahora). Pero también muchos sospechábamos que eso no iba a suponer un cambio sustancial con lo que era el plácido gobernar de los Evencio boys & girls. Y cierto es que en los primeros compases del partido don José Antonio jugó al despiste apoyando a la oposición en alguna singular iniciativa, como la de reestudiar el archimanido parking subterráneo de la plaza. Sin embargo, el tiempo ha terminado por poner las cosas en su sitio. O mejor dicho, en su sitio mucho más allá de lo que suponíamos.
Porque si bien era de esperar que Viña apoyase puntualmente al gobierno local en temas importantes, como Plan General o Presupuestos, no estaba previsto que llegase al punto de convertirse en lo que
Marx llamaba (dicho sea en términos estrictamente de cita y sin intención de ofender al portavoz socialista) "
un tonto útil". Y así hemos pasado a una situación en la que “la responsabilidad” hace que el socialista apoye por sistema todo cuanto proponen los nacionalistas.
Pero lo que a buen seguro nadie podía esperarse era el espectáculo de ver a todo un concejal de la oposición (?), presentar, colaborar, exponer, explicar y defender una subida de impuestos que decreta el gobierno. O dicho en román paladino, comerse el marrón ante los ciudadanos, mientras que ni el alcalde ni la concejala delegada del ramo han tenido siquiera que poner el rostro ni mancharse la punta del pie ante una típica decisión impopular que levanta ampollas entre los votantes (y más en este caso, en que se impone una tasa de basuras nada menos que a 2.000 viviendas vacías, pese a que no generan residuos).
En resumidas cuentas, que no solo Evencio y compañía cuentan con una inquebrantable mayoría absoluta de facto, sino que además cuentan con un concejal de otro partido dispuesto a trabajar por ellos, dar explicaciones por ellos, y cargar con el coste político de las decisiones impopulares que tomen ellos. Toda una nueva forma de gobierno inventada en Carballo que para sí querrían todos los alcaldes del mundo.
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