En la política nacional hay un síndrome del que suelen hablar los sesudos analistas de la cosa estatal: el mal de la Moncloa. Se refieren a la tendencia, de todos los hasta ahora presidentes del gobierno, de ir perdiendo poco a poco el contacto con calle, recluirse en su palacio presidencial, no escuchar a nadie más que a los aduladores, emborracharse de vanidad, y gobernar según sus propia perspectiva sin tener en cuenta para nada la opinión de sus ciudadanos, cuando no directamente contra la misma. Le sucedió a un
González irreconocible y amarrado al cargo durante la grave crisis político-económica de los primeros 90, le sucedió a un
Aznar empeñado en ir a Irak contra la casi totalidad de la opinión pública, y hace tiempo que le sucede a un
Zapatero paralizado por su optimismo antropológico en medio de la tremenda crisis galopante.
Y, aunque sea a menor escala, algo parecido sucede también en muchos ayuntamientos, cuando menos en el de Carballo sí. Porque solo bajo ese síndrome puede explicarse el comportamiento de
Evencio y
Viña a propósito de las obras de la travesía de Malpica. Lo que a priori iba ser un tanto a favor del bipartito (pese a que la pasta la pone la Xunta) se ha convertido en un conflicto que lleva semanas protagonizando las sesiones plenarias, con abundante presencia de vecinos y pancartas incluidas, como este pasado lunes.
A Nosa Costa recoge con lujo de detalles e imágenes la intervención vecinal en este último pleno donde una vez más los habitantes de esta zona de Carballo mostraban su oposición a las modificaciones que el Concello ha introducido en el proyecto original para eliminar aparcamientos y acera en favor de un carril-bici de diseño y utilidad discutibles, y para el que no se conoce demanda. Modificaciones, por cierto, que en palabras del PP no cuentan con aprobación de la Xunta, pagana última del asunto: “aquí primeiro fanse as obras e despois búscase a financión”, en palabras de
Sueiro, quien también definió la gestión de las obras como de “improvisación, ocultación e engano”. Y es que después de haberse recogido numerosas firmas contra las decisiones del Concello, y después de que el propio Evencio quitase hierro al asunto y considerase solucionados los problemas, la realidad es bien distinta y así volvió a quedar de manifiesto en un pleno donde los reproches del público al gobierno, sobre todo al concejal de obras
Luis Lamas, fueron la tónica. El momento más significativo fueron las refutaciones que recibió al alcalde cuando aseguró que sólo se perdían siete plazas de aparcamiento (recordemos que para Evencio en Carballo sobre sitio donde aparcar).
En resumidas cuentas, y una vez aclarado que, al contrario de lo que se nos vendió, no existe acuerdo alguno entre gobierno y vecinos, los de Ferrero decidieron zanjar la polémica: “este é o noso modelo”, e “non hai motivo para non seguir coa nosa intención”. Una decisión impropia de un gobierno que hasta ahora siempre había caminado con pies de plomo para no pisar ningún callo vecinal, de no ser porque la vanidad pesa demasiado y porque, como en la Moncloa, la Casa do Concello también tiene su propio mal.
Etiquetas: carril bici, travesía Malpica
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